“Los cuadros que considero como los del primer período están inspirados por un mundo místico con un vínculo musical y escénico “Vaisseau Fantôme” (El holandés errante), “Tristán et Iseut”.
Las obras del segundo período tratan en especial impresiones que toman la vida a la escucha de la obra musical propiamente dicha. . Ellas son las transcripciones pictóricas de una forma de comunicación más auténtica con el ser, con el universo. Este intercambio se establece a través de la percepción y la vivencia de sonidos, de ritmos, de cadencias, sin asociación del contenido sugerido en principio en la obra musical tal cual «Shéhérazade».
Es una relación sutil que se establece entre la música y el alma del individuo predispuesto así a orientarse hacia las alturas. La música se transforma en el mediador entre dos polos y, más aún, ella es la perfección, belleza y armonía. Ella es una apertura sobre el cosmos.”